Balmoral, escenario ‘maldito’ para el príncipe Carlos y sus hijos
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Ha sido su refugio y su lugar de descanso, pero también el escenario del último adiós de una de las figuras más importantes de la historia reciente. En Balmoral, en uno de los lugares -junto con Sandringham-, en el que más feliz ha sido, la Reina Isabel ha fallecido este 8 de septiembre a los noventa y seis años de edad. Rodeada de sus seres queridos y en un entorno familiar, la muerte de la Reina Isabel supone el fin de una era.
Ubicado en Escocia, Balmoral forma parte del patrimonio privado de la Reina Isabel, al igual que Sandringham. El Castillo es una de las joyas arquitectónicas de las Tierras Altas y, según la princesa Eugenia, uno de los lugares en los que la monarca ha sido más feliz a lo largo de su vida.
La Reina Isabel y el duque de Edimburgo en Balmoral. / Gtres
Originariamente, fue un regalo del príncipe Alberto a la Reina Victoria y hubo un momento en el que estuvo a punto de dejar de formar parte del patrimonio de la Corona cuando lo heredó Eduardo VIII. Sin embargo, el padre de la Reina Isabel, Jorge VI, se lo compró a su hermano. En un documental, la hija menor del duque de York dijo que era el lugar en el que la Reina Isabel se sentía más feliz del mundo.
La Reina Isabel en un coche en Balmoral. / Gtres
Edificado en 1390, el castillo de Balmoral pasó a manos de la Casa Real Británica en el año 1852, cuando el príncipe Albert lo compró como un obsequio veraniego para la Reina Victoria, a la que le encantaba estar allí. Algo que la antepasada de la Reina Isabel tiene en común con ella. De hecho, hasta Tony Blair se quedó impresionado de que la monarca incluso lavara los platos y mostrara su imagen más natural.
Un lugar más que idílico que ha sido testigo de algunas de las anécdotas más entrañables de la vida de la soberana, que siempre ha pasado allí sus vacaciones de verano, rodeada de sus seres queridos, igual que en sus últimos días.
La Reina Isabel y el príncipe Carlos en una imagen reciente en el Castillo de Balmoral. / Gtres
Al margen de los recuerdos y anécdotas cargadas de felicidad, lo cierto es que el Castillo de Balmoral también ha sido escenario de algunos momentos complicados. Fue allí donde los príncipes de Gales, Carlos y Diana, posaron sonrientes en su luna de miel en los terrenos del Castillo. Nada hacía presagiar en aquel momento lo que ocurriría años más tarde.
Sin embargo, el recuerdo más triste data del año 1997, cuando unos adolescentes príncipes Enrique y Guillermo recibieron la triste noticia de la muerte de su madre, Diana de Gales. Una noticia que pilló a los hijos del príncipe Carlos de vacaciones en Escocia. Ahora, con la muerte de la Reina Isabel, los dos hermanos, distanciados desde hace tiempo, vuelven a reencontrarse en una de las peores circunstancias que podrían haber imaginado.